domingo, 23 de noviembre de 2014

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INTRODUCCIÓN

     Los alimentos transgénicos han sido “creados”  aplicando técnicas de ingeniería genética. Con éstas técnicas se utilizan fragmentos de ADN que contienen genes específicos en los que se introducen mutaciones y modificaciones. Mediante este proceso,  se aisla un gen del genoma de un organismo donador, se amplifica o se modifica en un  laboratorio, y posteriormente se reintroduce en el organismo original o en uno distinto generando un organismo transgénico. 

     El primer alimento transgénico se comercializó en Estados Unidos en 1994. Era un tomate transgénico con una modificación de un gen que codifica una enzima que retrasaba la putrefacción. Actualmente hay decenas de alimentos transgénicos comercializados  en todo el mundo. Se han desarrollado patatas transgénicas con cambio en el contenido de almidón, existen tomates y frutas transgénicos en los que se puede regular el proceso de maduración.

     Las técnicas de ingeniería genética permiten construir nuevos vegetales con genes provenientes de genomas bacterianos. Actualmente existen tipos de plantas de algodón, colza o maíz transgénicos que portan el gen de una bacteria y son capaces de resistir el ataque de virus, bacterias, hongos  o insectos. Se han desarrollado plantas resistentes al ataque de plagas para producir semillas de variedades con alto interés alimentario e industrial en las que se puede eliminar el uso de plaguicidas, ya que la propia planta es resistente al ataque gracias al gen introducido.

     Los alimentos transgénicos no tienen buena aceptación en general; el ciudadano los identifica con compañías multinacionales de la alimentación cuyo objetivo último es monopolizar y unificar la oferta de alimentos.  Ello podría llevar a la extinción de especies y la consiguiente pérdida de biodiversidad.  Además,  la aplicación para su creación de tecnologías nuevas  y poco evaluadas en lo relativo a su impacto sanitario y ambiental, hace que se desconfíe de ellos. Una de las preocupaciones más frecuentes está relacionada con el posible salto de la barrera de las especies que podría modificar el genoma humano o de animales con resultados imprevisibles.

     Actualmente son ya varios países en los que la agricultura transgénica es un hecho con gran repercusión económica, que hace que parezca imparable su diseminación. Por ello se hace necesaria una normativa y una legislación internacional que proteja de los aspectos negativos de los alimentos transgénicos, promueva los positivos, y  permita una convivencia entre la agroalimentación transgénica  y la agricultura convencional.


CONTENIDO

     Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas. En la actualidad tienen mayor presencia de alimentos procedentes de plantas transgénicas como el maíz o la soya.

     La ingeniería genética o tecnología del ADN recombinante es la ciencia que manipula secuencias de ADN (que normalmente codifican genes) de forma directa, posibilitando su extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o eliminación de estos genes. En esto se diferencia de la mejora clásica, que es la ciencia que introduce fragmentos de ADN (conteniendo como en el caso anterior genes) de forma indirecta, mediante cruces dirigidos.1 La primera estrategia, de la ingeniería genética, se circunscribe en la disciplina denominada biotecnología vegetal. Cabe destacar que la inserción de grupos de genes y otros procesos pueden realizarse mediante técnicas de biotecnología vegetal que no son consideradas ingeniería genética, como puede ser la fusión de protoplastos.

     La mejora de las especies que serán usadas como alimento ha sido un motivo común en la historia de la Humanidad. Entre el 12.000 y 4.000 a. de C. ya se realizaba una mejora por selección artificial de plantas. Tras el descubrimiento de la reproducción sexual en vegetales, se realizó el primer cruzamiento intergenérico (es decir, entre especies de géneros distintos) en 1876. En 1909 se efectuó la primera fusión de protoplastos[cita requerida], y en 1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad mediante irradiación con rayos X de semillas. En 1983 se produjo la primera planta transgénica[cita requerida]. En estas fechas, unos biotecnólogos logran aislar un gen e introducirlo en un genoma de la bacteria Escherichia coli ( E.Coli )[cita requerida]. Tres años más tarde, en 1986, Monsanto, empresa multinacional dedicada a la biotecnología, crea la primera planta genéticamente modificada. Se trataba de una planta de tabaco a la que se añadió a su genoma un gen de resistencia para el antibiótico Kanamicina. Finalmente, en 1994 se aprueba la comercialización del primer alimento modificado genéticamente, los tomates Flavr Savr, creados por Calgene, una empresa biotecnóloga[cita requerida]. A estos se les introdujo un gen antisentido con respecto al gen normal de la poligalacturonasa, enzima que induce a la maduración del tomate, de manera que este aguantaría más tiempo maduro y tendría una mayor resistencia. Pero pocos años después, en 1996, este producto tuvo que ser retirado del mercado de productos frescos al presentar consecuencias imprevistas como una piel blanda, un sabor extraño y cambios en su composición. Aun así, estos tomates se usan para la producción de tomates elaborados.

     Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas a la producción de alimentos comestibles buscan el incremento de la productividad (por ejemplo, mediante una resistencia mejorada a las plagas) así como la introducción de características de calidad nuevas. Debido al mayor desarrollo de la manipulación genética en especies vegetales, todos los alimentos transgénicos corresponden a derivados de plantas. Por ejemplo, un carácter empleado con frecuencia es la resistencia a herbicidas, puesto que de este modo es posible emplearlos afectando sólo a la flora ajena al cultivo. Cabe destacar que el empleo de variedades modificadas y resistentes a herbicidas ha disminuido la contaminación debido a estos productos en acuíferos y suelo, si bien es cierto que no se requeriría el uso de estos herbicidas tan nocivos por su alto contenido en glifosato (GLY) y amonio glifosinado (GLU), si no se plantaran estas variedades, diseñadas exclusivamente para resistir a dichos compuestos.

     Las plagas de insectos son uno de los elementos más devastadores en agricultura. Por esta razón, la introducción de genes que provocan el desarrollo de resistentes a uno o varios órdenes de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades patentadas. Las ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los campos sembrados con estas variedades,9 lo que redunda en un menor impacto en el ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que manipulan los fitosanitarios.

     Uno de los factores que suelen mencionarse respecto a la prohibición de cultivos transgénicos es la imposibilidad de la coexistencia entre los cultivos convencionales y los genéticamente modificados, debido a la entrecruza del polen llevada a cabo por el viento o los insectos polinizadores.
El uso de especies transgénicas en la agricultura no sólo aumenta la productividad promedio al minimizar las plagas de insectos y maleza, sino que también hace un uso más racional de los agroquímicos, reduciendo los costos económicos, sanitarios y ambientales asociados. Los cultivos transgénicos también presentan mayor resistencia a climas adversos y crecen en tierra seca y salina, lo cual podría representar una solución al problema de reducción en las cosechas.

     Se han aprobado más de cien cultivos transgénicos para consumo tanto humano como animal en un lapso de 15 años, y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, son tan seguros como los convencionales.

     Recientemente se están desarrollando los primeros transgénicos animales. El primero en ser aprobado para el consumo humano en Estados Unidos fue un salmón AquaBounty (2010), que era capaz de crecer en la mitad de tiempo y durante el invierno gracias al gen de la hormona de crecimiento de otra especie de salmón y al gen "anticongelante" de otra especie de pez.

     Por otro lado, la práctica de modificar genéticamente las especies para uso del hombre, acompaña a la humanidad desde sus orígenes (ver domesticación), por lo que los sectores a favor de la biotecnología esgrimen estudios científicos para sustentar sus posturas, y acusan a los sectores anti-transgénicos de ocultar o ignorar hechos frente al público.

     Por su parte, los científicos resaltan que el peligro para la salud se ha estudiado pormenorizadamente en todos y cada uno de este tipo de productos que hasta la fecha han obtenido el permiso de comercialización y que sin duda, son los que han pasado por un mayor número de controles.

     La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) por su parte indica con respecto a los transgénicos cuya finalidad es la alimentación:

     Hasta la fecha, los países en los que se han introducido cultivos transgénicos en los campos no han observado daños notables para la salud o el medio ambiente. Además, los granjeros usan menos pesticidas o pesticidas menos tóxicos, reduciendo así la contaminación de los suministros de agua y los daños sobre la salud de los trabajadores, permitiendo también la vuelta a los campos de los insectos benéficos. Algunas de las preocupaciones relacionadas con el flujo de genes y la resistencia de plagas se han abordado gracias a nuevas técnicas de ingeniería genética.

     Sin embargo, que no se hayan observado efectos negativos no significa que no puedan suceder. Los científicos piden una prudente valoración caso a caso de cada producto o proceso antes de su difusión, para afrontar las preocupaciones legítimas de seguridad La Organización Mundial de la Salud dice al respecto:

     Los diferentes organismos OGM (organismos genéticamente modificados) incluyen genes diferentes insertados en formas diferentes. Esto significa que cada alimento GM (genéticamente modificado) y su inocuidad deben ser evaluados individualmente, y que no es posible hacer afirmaciones generales sobre la inocuidad de todos los alimentos GM. Los alimentos GM actualmente disponibles en el mercado internacional han pasado las evaluaciones de riesgo y no es probable que presenten riesgos para la salud humana. Además, no se han demostrado efectos sobre la salud humana como resultado del consumo de dichos alimentos por la población general en los países donde fueron aprobados. El uso continuo de evaluaciones de riesgo según los principios del Codex y, donde corresponda, incluyendo el monitoreo post-comercialización, debe formar la base para evaluar la inocuidad de los alimentos GM.

Transferencia horizontal:
     Se ha postulado el papel de los alimentos transgénicos en la difusión de la resistencia a antibióticos, pues la inserción de ADN foráneo en las variedades transgénicas puede hacerse (y en la mayoría de los casos se hace) mediante la inserción de marcadores de resistencia a antibióticos. No obstante, se han desarrollado alternativas para no emplear este tipo de genes o para eliminarlos de forma limpia de la variedad final y, desde 1998, la FDA exige que la industria genere este tipo de plantas sin marcadores en el producto final. La preocupación por tanto es la posible transferencia horizontal de estos genes de resistencia a otras especies, como bacterias de la microbiota del suelo (rizosfera) o de la microbiota intestinal de mamíferos (como los humanos). Teóricamente, este proceso podría llevarse a cabo por transducción, conjugación y transformación, si bien esta última (mediada por ADN libre en el medio) parece el fenómeno más probable. Se ha postulado, por tanto, que el empleo de transgénicos podría dar lugar a la aparición de resistencias a bacterias patógenas de relevancia clínica.

     Sin embargo, existen multitud de elementos que limitan la transferencia de ADN del producto transgénico a otros organismos. El simple procesado de los alimentos previo al consumo degrada el ADN. Además, en el caso particular de la transferencia de marcadores de resistencia a antibióticos, las bacterias del medio ambiente poseen enzimas de restricción que degradan el ADN que podría transformarlas (este es un mecanismo que emplean para mantener su estabilidad genética). Más aun, en el caso de que el ADN pudiera introducirse sin haber sido degradado en los pasos de procesado de alimentos y durante la propia digestión, debería recombinarse de forma definitiva en su propio material genético, lo que, para un fragmento lineal de ADN procedente de una planta requeriría una homología de secuencia muy alta, o bien la formación de un replicón independiente. No obstante, se ha citado la penetración de ADN intacto en el torrente sanguíneo de ratones que habían ingerido un tipo de ADN denominado M13 ADN que puede estar en las construcciones de transgénicas, e incluso su paso a través de la barrera placentaria a la descendencia. En cuanto a la degradación gastrointestinal, se ha demostrado que el gen epsps de soya transgénica sigue intacto en el intestino. Por tanto, puesto que se ha determinado la presencia de algunos tipos de ADN transgénico en el intestino de mamíferos, debe tenerse en cuenta la posibilidad de una integración en el genoma de la microbiota intestinal (es decir, de las bacterias que se encuentran en el intestino de forma natural sin ser patógenas), si bien este evento requeriría de la existencia de una secuencia muy parecida en el propio ADN de las bacterias expuestas al ADN foráneo. La FDA estadounidense, autoridad competente en salud pública y alimentación, declaró que existe una posibilidad potencial de que esta transferencia tenga lugar a las células del epitelio gastrointestinal. Por tanto, ahora se exige la eliminación de marcadores de selección a antibióticos de las plantas transgénicas antes de su comercialización, lo que incrementa el coste de desarrollo pero elimina el riesgo de integración de ADN problemático.

Ingestión de "ADN foráneo:
     Un aspecto que origina polémica es el empleo de ADN de una especie distinta de la del organismo transgénico; por ejemplo, que en maíz se incorpore un gen propio de una bacteria del suelo, y que este maíz esté destinado al consumo humano. No obstante, la incorporación de ADN de organismos bacterianos e incluso de virus sucede de forma constante en cualquier proceso de alimentación. De hecho, los procesos de preparación de alimento suelen fragmentar las moléculas de ADN de tal forma que el producto ingerido carece ya de secuencias codificantes (es decir, con genes completos capaces de codificar información. Más aun, debido a que el ADN ingerido es desde un punto de vista químico igual ya provenga de una especie u otra, la especie del que proviene no tiene ninguna influencia.

     La transformación de plántulas de cultivo in vitro suele realizarse con un cultivo de Agrobacterium tumefaciens en placas Petri con un medio de cultivo suplementado con antibióticos.
     Esta preocupación se ha extendido en cuanto a los marcadores de resistencia a antibióticos que se cita en la sección anterior pero también respecto a la secuencia promotora de la transcripción que se sitúa en buena parte de las construcciones de ADN que se introducen en las plantas de interés alimentario, denominado promotor 35S y que procede del cauliflower mosaic virus (virus del mosaico de la coliflor). Puesto que este promotor produce expresión constitutiva (es decir, continua y en toda la planta) en varias especies, se sugirió su posible transferencia horizontal entre especies, así como su recombinación en plantas e incluso en virus, postulándose un posible papel en la generación de nuevas cepas virales. No obstante, el propio genoma humano contiene en su secuencia multitud de repeticiones de ADN que proceden de retrovirus (un tipo de virus) y que, por definición, es ADN foráneo sin que haya resultado fatal en la evolución de la especie (de hecho estas secuencias víricas han sido de gran importancia en la evolución de las especies, tanto de humanos como de otros animales ); estas repeticiones se calculan en unas 98.00027 o, según otras fuentes, en 400.000.28 Dado que, además, estas secuencias no tienen por qué ser adaptativas, es común que posean una tasa de mutación alta y que, en el transcurso de las generaciones, pierdan su función. Finalmente, puesto que el virus del mosaico de la coliflor está presente en el 10% de nabos y coliflores no transgénicos, el ser humano ha consumido su promotor desde hace años sin efectos deletéreos.

Alergenicidad y toxicidad
     Se ha discutido el posible efecto como alérgenos de los derivados de alimentos transformados genéticamente; incluso, se ha sugerido su toxicidad. El concepto subyacente en ambos casos difiere: en el primero, una sustancia inocua podría dar lugar a la aparición de reacciones alérgicas en algunos individuos susceptibles, mientras que en el segundo su efecto deletéreo sería generalizado. Un estudio de gran repercusión al respecto fue publicado por Exwen y Pustzai en 1999. En él se indicaba que el intestino de ratas alimentadas con patatas genéticamente modificadas (expresando una aglutinina de Galanthus nivalis, que es una lectina) resultaba dañado severamente. No obstante, este estudio fue severamente criticado por varios investigadores por fallos en el diseño experimental y en el manejo de los datos. Por ejemplo, se incluyeron pocos animales en cada grupo experimental (lo que da lugar a una gran incertidumbre estadística), y no se analizó la composición química con precisión de las distintas variedades de patata empleadas, ni se incluyeron controles en los experimentos y finalmente, el análisis estadístico de los resultados era incorrecto. Estas críticas fueron rápidas: la comunidad científica respondió el mismo año recalcando las falencias del artículo; además, también se censuró a los autores la búsqueda de celebridad y la publicidad en medios periodísticos.

     En cuanto a la evaluación toxicológica de los alimentos transgénicos, los resultados obtenidos por los científicos son contradictorios. Uno de los objetivos de estos trabajos es comprobar la pauta de función hepática, pues en este órgano se produce la detoxificación de sustancias en el organismo. Un estudio en ratón alimentado con soja resistente a glifosato encontró diferencias en la actividad celular de los hepatocitos, sugiriendo una modificación de la actividad metabólica al consumir transgénicos. Estos estudios basados en ratones y soya fueron ratificados en cuanto a actividad pancreática y testículo. No obstante, otros científicos critican estos hallazgos debido a que no tuvieron en cuenta el método de cultivo, recolección y composición nutricional de la soya empleada; por ejemplo, la línea empleada era genéticamente bastante estable y fue cultivada en las mismas condiciones en el estudio de hepatocitos y páncreas, por lo que un elemento externo distinto del gen de resistencia al glifosato podría haber provocado su comportamiento al ser ingerido. Más aun, el contenido en isoflavonas de la variedad transgénica puede explicar parte de las modificaciones descritas en el intestino de la rata, y este elemento no se tuvo en cuenta puesto que ni se midió en el control ni en la variedad transgénica. Otros estudios independientes directamente no encontraron efecto alguno en el desarrollo testicular de ratones alimentados con soya resistente a glifosato36 o maíz Bt.37

Propiedad intelectual.
     Un argumento frecuentemente esgrimido en contra de los alimentos transgénicos es el relacionado con la gestión de los derechos de propiedad intelectual y/o patentes, que obligan al pago de regalías por parte del agricultor al mejorador. Asimismo, se alude al uso de estrategias moleculares que impiden la reutilización del tomate, es decir, el empleo de parte de la cosecha para cultivar en años sucesivos. Un ejemplo conocido de este último aspecto es la tecnología Terminator, englobado en las técnicas de restricción de uso (GURT), desarrollada por el Departamento de Agricultura de EE.UU. y la Delta and Pine Company en la década de 1990 y que aún no ha sido incorporada a cultivares comerciales, y por supuesto no está autorizada su venta. La restricción patentada opera mediante la inhibición de la germinación de las semillas, por ejemplo. Cabe destacar que el uso del vigor híbrido, una de las estrategias más frecuentes en mejora vegetal, en las variedades no tradicionales pero no transgénicas también imposibilita la reutilización de semillas. Este procedimiento se basa en el cruce de dos líneas puras que actúan como parentales, dando lugar a una progenie con un genotipo mixto que posee ventajas en cuanto a calidad y rendimiento. Debido a que la progenie es heterocigota para algunos genes, si se cruza consigo misma da lugar a una segunda generación muy variable por simple mendelismo, lo que resulta inadecuado para la producción agrícola.

     En cuanto a la posibilidad de patentar las plantas transgénicas, éstas pueden no someterse a una patente propiamente dicha, sino a unos derechos del obtentor, gestionados por la Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de Plantas. Argentina, Brasil, España, Bolivia y Chile se encuentran en esa unión, siendo un total de 66 en diciembre de 2008 (entre los países no participantes destaca EE.UU.). Para la UPOV en su revisión de 1991, la ingeniería genética es una herramienta de introducción de variación genética en las variedades vegetales. Bajo esta perspectiva, las plantas transgénicas son protegidas de forma equivalente a la de las variedades generadas por procedimientos convencionales; este hecho necesariamente exige la posibilidad de emplear variedades protegidas para agricultura de subsistencia e investigación científica. La UPOV también se pronunció en 2003 sobre las tecnologías de restricción de uso como la Terminator mencionada anteriormente: de acuerdo con la existencia de un marco legal de protección de las nuevas variedades, se indica que la aplicación de estas tecnologías no es necesaria.

     A pesar de que en México es poca la producción de cultivos transgénicos (soya y algodón a escala piloto), se importan granos y alimentos provenientes de Estados Unidos, el principal productor de cultivos y alimentos transgénicos, por lo tanto, es probable que los productos que ofrece la industria alimentaria sean alimentos elaborados a partir de materias primas transgénicas. Resulta complicado enunciar con certeza qué productos del mercado son transgénicos debido a que en México y Estados Unidos los alimentos transgénicos no son etiquetados como tales. Sin embargo, Greenpeace que es una organización no gubernamental que se opone a los alimentos transgénicos, ha elaborado una lista de marcas de alimentos que esa organización sugiere que contienen o no contienen ingredientes transgénicos. Esta lista puede revisarse en: http://www.greenpeace.org/mexico/prensa/reports/copy-of-gu-a-roja-y-verde-de-a Las tortillas, los tamales, los atoles y otros productos hechos a base de maíz, consumidos en grandes cantidades por los mexicanos, pueden ser también la vía de ingesta de alimentos transgénicos. De hecho, la Dra. Amanda Gálvez Mariscal (coordinadora del Programa Universitario de Alimentos de la UNAM) en colaboración con otros investigadores de la Facultad de Química, ha hecho un gran esfuerzo en la detección y cuantificación de secuencias transgénicas en alimentos procesados a partir de maíz, como son las tortillas y algunas frituras.

     Los cultivos transgénicos comercializados hasta el momento, y que son utilizados en la industria alimentaria, han sido modificados genéticamente en dos rasgos principales: la resistencia a insectos y la tolerancia a herbicidas. Los desarrolladores de estos cultivos afirman que ambos rasgos agronómicos tienen como propósito aumentar los rendimientos de los cultivos, reducir los costos de producción y la disminución del uso de agroquímicos. Aunque no es el consumidor el beneficiario directo de estas variedades transgénicas, podría serlo a largo plazo si realmente se producen más alimentos a menor costo. El problema es que después de varios años de siembra de cultivos transgénicos, no se han producido más alimentos ni se ha reducido el costo de los mismos. Serios análisis de investigaciones independientes a las corporaciones biotecnológicas así lo han indicado.

     Por otro lado, en los últimos años se han obtenido plantas transgénicas en las que se ha modificado la composición bioquímica de sus frutos o semillas, con la intención de producir alimentos que sean mejores que los convencionales en cuanto a su composición nutricional. Se han conseguido modificar, tanto la composición de los ácidos grasos de sus triglicéridos y fosfolípidos, como las características y cantidad de su almidón, proteínas o vitaminas. De esta manera, se han logrado alimentos con mayor contenido vitamínico y un mejor balance de ácidos grasos, alimentos “hipoalergénicos” y alimentos “con valor añadido”. Pero hasta la fecha, no se han comercializado este tipo de alimentos transgénicos, a pesar de que sus desarrolladores afirman que se encuentran en etapas de investigación avanzadas.


CONCLUSIÓN

     Los conocimientos actuales son insuficientes para evaluar los beneficios y riesgos de los alimentos transgénicos, especialmente a la luz de las consecuencias a largo plazo que estas tecnologías puedan tener no sólo en la salud humana, sino en el medio ambiente y en la vida de los pequeños productores.

     De acuerdo a los pocos estudios científicos independientes con los que se cuentan, es posible que las “pequeñas” diferencias entre los cultivos transgénicos y sus equivalentes convencionales sí sean significativas, de manera que el principio de “equivalencia sustancial” pierde sentido. Ante ciertas evidencias científicas de posibles efectos adversos sobre la salud humana como consecuencia del consumo de alimentos transgénicos, estudios independientes en el ámbito científico internacional son impostergables. Se requieren métodos y conceptos nuevos para analizar las diferencias de origen toxicológico, metabólico y nutricional entre los alimentos transgénicos y sus equivalentes convencionales.

     Más que grandes corporaciones biotecnológicas “luchando” por erradicar el hambre en el mundo, necesitamos científicos responsables y comprometidos con las sociedades actuales, amenazadas por el cambio climático e inmersas en una severa crisis alimentaria y financiera. Hoy más que nunca resultan indispensables políticas agropecuarias encaminadas a garantizar la soberanía y seguridad alimentaria de los pueblos que padecen hambre. La primera evaluación mundial independiente de ciencia y tecnología agrícolas, aprobada por 58 gobiernos en abril de 2008, advierte que el mundo no puede depender de “reparaciones tecnológicas”, como los cultivos transgénicos, para resolver problemas sistémicos de pobreza, hambre y crisis ambiental persistentes. No se trata solamente de un problema de producción de alimentos, es sobre todo, un problema de acceso a los mismos y justicia social. He aquí el gran reto de la comunidad científica contemporánea en colaboración con todos los sectores de la sociedad, incluidos los consumidores, los pequeños productores y los campesinos.


FUENTES
·         Es.wikipedia.org/wiki/
·         www.greenpeace.org
·         www.revista.unam.mx/vol.10





Por que he elegido éste tema?
Porque considero que es muy importante conocer de que manera nos alimentamos, que es lo que nos están vendiendo y que consecuencias podemos tener a un corto, mediano o largo plazo. Y el tener conocimientos nos permitirá estar mas alertas para prevenir o minimizar los posibles daños en nuestro cuerpo y ecosistema.

De donde partí para empezar a escribir?
Desde hace años he escuchado y visto artículos sobre este tema, pero a raíz de este curso, recordé que debía de investigar acerca de ello y fue el primero al que le dí mayor relevancia.



miércoles, 12 de noviembre de 2014

mapa conceptual lectura aproximaciones a la ed. virtual


"Aproximaciones a la educación virtual"

Hernán Gil Ramírez[1]

La educación virtual se ha constituido en una opción que las instituciones educativas empiezan a explorar, como parte de su proyección académica. Aquí se incluye en primer lugar, una síntesis sobre las posibilidades que ofrecen los medios virtuales, como base para su desarrollo. Luego, se presenta una serie de elementos relacionados con sus características, la tecnología a usar y los requerimientos básicos. Finalmente, se plantea la necesidad de incluir las estrategias metacognitivas, como un apoyo fundamental para apoyar el aprendizaje a través de los medios virtuales.

No obstante considerarse el ciberespacio como invisible y artificial, éste existe y puede accederse a él libremente, para transmitir información, desde cualquier lugar del mundo y de manera instantánea, a través de los cables de fibra óptica, de los satélites o de las líneas telefónicas, que conforman las rutas de las actuales redes de computadoras. “... desde el punto de vista práctico el ciberespacio es un microcosmo digital en el que no existen fronteras ni distancias, ni autoridad central...” (Joyanes, 1997; 16) y al que puede acceder cualquier persona que esté conectada a la red.

Es decir, el ciberespacio es un medio electrónico donde confluyen datos, programas y usuarios, y en el que de manera virtual, se puede manipular todo tipo de información existente en formato digital, constituyéndose en “... un nuevo universo paralelo, creado y sostenido por líneas de comunicación y redes de computadoras que enlazan a través del mundo...[w1] . (Joyanes, 1997: 124).

Desde esa perspectiva, los nuevos espacios virtuales, facilitan la implementación de una educación con cobertura global, libre de la tiranía del espacio físico y de las limitaciones de las opciones locales para el acceso al conocimiento. Dicha opción, por lo tanto, hace posible la comunicación a escala mundial, y facilita el acceso a grandes volúmenes de información de manera rápida y oportuna.

Unido a lo anterior, a través de las redes de computadoras y específicamente de Internet, es factible flexibilizar la educación, permitiendo su acceso a un mayor número de estudiantes, independiente de la edad, el sexo, la ubicación geográfica, los horarios y los calendarios.

Además, se hace viable la presentación de programas académicos que puedan ser construidos y reconstruidos de acuerdo a los intereses y necesidades particulares de los estudiantes, facilitando así, la puesta en marcha de un proceso de aprendizaje permanente, el cual es demandado por la actual sociedad del conocimiento. Lo anterior potencializa la capacidad de ofrecer, a través de éste medio, el aprendizaje personalizado, en el cual el estudiante desarrolle sus capacidades creativas e innovadoras, en un proceso centrado en el aprendizaje y no en la enseñanza.

De igual manera, la posibilidad de establecer mecanismos de ajuste permanente, que respondan a la dinámica del entorno y del momento, permiten contribuir en la formación de estudiantes con acceso a un aprendizaje oportuno y confiable, y a la vez con formación orientada hacia niveles de competencia global.

Por lo tanto, tomando como referencia lo planteado por Contreras (1995), la educación basada en las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, permite que el estudiante aprenda de manera individual y a su propio ritmo, que acceda de manera oportuna y libre a la información según sus necesidades, que use el tiempo de manera más eficiente, que tenga información más clara y concisa y que decida cuándo y desde dónde estudia.


Las nuevas tecnologías de la comunicación y la información permiten establecer un modelo de aprendizaje que le permita al estudiante descubrir y ser un agente activo, lo cual, como lo plantea Tapscott (1998) “... Esta combinación de una nueva generación y nuevas herramientas digitales nos forzará a volver a reflexionar sobre la naturaleza de la educación, tanto en contenido como en la forma de entrega...” (Tapscott, 1998: 119).

Además, la interacción a través de las redes, tanto con los textos como con los profesores y con los otros estudiantes, se debe caracterizar por el hecho de hacer que el proceso de aprendizaje sea agradable y productivo y no aburridor e improductivo. Ahora bien, el medio más propicio para esa interacción, es sin lugar a dudas la Web, portadora de una gran base de información y con una amplia cobertura de usuarios en el ámbito mundial. Y que gracias a los actuales y venideros avances, tanto en la tecnología del hardware como la del software, harán posible además de la interacción, el desarrollo de aplicaciones “inteligentes”, en formatos que estimulen todos los sentidos y las potencialidades de los estudiantes.

De igual manera, la educación virtual requiere como premisa, garantizar a los estudiantes un aprendizaje activo y personalizado, en el cual puedan equivocarse en privado, gracias al uso de los medios virtuales y la simulación, haciendo los procesos de aprendizaje 
“...tan divertidos como cualquier juego de computadora, que empezarían, con el tipo de metas..., que darían cabida a diferencias de personalidad (las cuales afectan la forma en que las personas aprenden) y que les permitirían cometer errores sin que se sientan humillados (y de esta forma buscar explicaciones al porqué y que esto los motivara a pensar).”(Schank, 1997: ix)

Educación virtual

La educación virtual es aquella “... donde profesores y alumnos se encuentran en lugares geográficos distintos durante el desarrollo del curso... el proceso de enseñanza-aprendizaje no se lleva a cabo mediante interacción directa (cara a cara); sino a través de diversas tecnologías de telecomunicaciones, redes electrónicas y multimedia.” (1)
La educación virtual se centra en la responsabilidad del alumno en el proceso aprendizaje. El alumno debe buscar información e interactuar con los contenidos de su curso mediante la tecnología, desarrollar su juicio crítico y tener la iniciativa de aprender continuamente todo aquello que sea esencial durante el proceso para cumplir con las intenciones educativas.


Entre las características principales de la educación virtual están:

1.    Es un sistema de enseñanza-aprendizaje, que se operacionaliza a través de tecnología de telecomunicaciones y redes de computadoras.
2.    Facilita a los alumnos el acceso programas académicos, ofrecidos en cualquier lugar del mundo.
3.    La cobertura de sus programas académicos es global.
4.    Es un modelo educativo que está centrado en el aprendizaje colaborativo, a través de los servicios de las redes de computadoras.
5.    El profesor es básicamente un facilitador de ambientes de aprendizaje. 
6.    El estudiante aprende por sí mismo y a su propio ritmo, a través de la red, interactuando con sus compañeros, sus profesores y con los textos.
7.    Hay flexibilidad tanto temporal como espacial.
8.    Debe haber una permanente retroalimentación sobre el desempeño del alumno, lo mismo que una respuesta inmediata a las consultas.


Metacognición y aprendizaje virtual

Ahora bien, uno de los grandes interrogantes esta en definir cuál o cuáles son las estrategias de aprendizaje apropiadas para la implementación efectiva de la educación virtual, es decir que competencias son necesarias para que un estudiante aprenda a través de un medio virtual, en este caso Internet.

A este respecto, es viable plantear que el desarrollo de estrategias metacognitivas por parte el estudiante, cuando aborda el aprendizaje, es una opción que se puede implementar, pero que sin lugar a dudas requiere que se adelanten investigaciones en tal sentido. No obstante, las investigaciones hechas a la fecha, dan resultados positivos en campos como la lectura y las ciencias, en el sistema de educación “tradicional”.

La metacognición da cuenta del conocimiento y el control que los individuos desarrollan sobre sus procesos cognitivos.[w4]  Con relación al efecto del uso de estrategias metacognitivas, en el proceso de aprendizaje, Baker (1995) plantea que estudios realizados “...han demostrado que la metacognición desempeña un papel importante en la efectiva comprensión y retención de los textos.” 

Y esto es válido para todas las áreas relacionadas con los procesos cognitivos. Como lo plantea el mismo Baker (1995), “... las habilidades metacognitivas son aplicables no sólo a la lectura sino también a la escritura, el habla la escucha, el estudio, la resolución de problemas y cualquier otro dominio en el que intervengan procesos cognitivos”.

La metacognición comprende de una parte, el conocimiento sobre la cognición y de otra, la regulación de la cognición. Con relación al conocimiento sobre la cognición, Flavell (1981) citado por Baker (1995), plantea que el saber cognitivo tiene relación con la capacidad de reflexionar sobre nuestros propios procesos cognitivos, lo mismo que con la capacidad de sujeto para saber cuánto, cómo y porqué realiza las actividades cognitivas, lo mismo que con las características propias del sujeto que aprende, la especificidad de labor desarrollada y las estrategias desarrolladas para el cumplimiento de la misma.

Con relación al uso de estrategias para el control de los esfuerzos cognitivos, el mismo Flavell, plantea que  “... Entre esas estrategias están las de planificar nuestros movimientos, verificar los resultados de nuestros esfuerzos, evaluar la efectividad de nuestras acciones y remediar cualquier dificultad y poner a prueba y modificar nuestras técnicas de aprendizaje.” (Baker, 1995: 22)

Ahora bien, la implementación de las estrategias metacognitivas debe tener en cuenta la edad, y el nivel de formación académica del estudiante y los objetivos del aprendizaje.

Si bien es cierto, como lo afirma Baker (1995), que hay una relación entre la metacognición y el desempeño escolar, se hace necesario establecer qué relación existe entre el proceso de aprendizaje a través de un medio virtual, en este caso Internet, y la metacognición. Y cómo, el desarrollo de las estrategias metacognitivas puede contribuir a mejorar los procesos de aprendizaje a través de Internet.

El enseñar a los estudiantes el desarrollo de estrategias metacognitivas, puede contribuir de manera directa, a que los estudiantes adelanten los procesos de aprendizaje autónomos que demanda la educación virtual. Como lo sostienen los psicólogos, apoyados en los planteamientos de Vygostky “...la mejor forma de lograr estos objetivos es transferir gradualmente a los jóvenes la responsabilidad de la regulación.” (Baker, 1995: 23) y ello se logra a partir de la interacción social con otros, bien sea presencial o como en este caso en particular, virtualmente.

Ahora bien, desde esta perspectiva, se requiere que las propuestas de educación virtual, garanticen que los profesores conozcan la metacognición para contribuir de una manera más efectiva en el proceso de aprendizaje de sus alumnos. Y además que a los estudiantes se les enseñe previamente, la forma de desarrollar las estrategias metacognitivas que le permitan desarrollar un aprendizaje más productivo.

Las estrategias metacognitivas permiten que el estudiante desarrolle una actividad autoregulada con el objetivo de planificar el proceso de búsqueda en las nuevas fuentes de información y de solucionar problemas, en un proceso controlado y evaluado permanentemente, de forma tal que le permita medir su éxito o su posible fracaso, para establecer los correctivos apropiados en la acción cognitiva, de acuerdo a los resultados obtenidos. Por lo tanto, se plantea entonces que las estrategias cognitivas deben ser un punto de referencia de los procesos de aprendizaje en la educación virtual.

BIBLIOGRAFIA

BAKER, Linda (1995). Metacognición, lectura y educación en ciencias. En: Didáctica de las ciencias: Procesos y aplicaciones, aique Grupo Editor, S.A, Argentina.
CONTRERAS, Ricardo (1995), Sistema multimedia como prototipo de la universidad virtual, ARFO Ltda, Colombia.
GALVIS PANQUEVA, Alvaro H. (1994), Ingeniería de Software educativo, Ediciones Unidas, Colombia
GATES, Bill (1997). Camino al Futuro, Editorial Mc Graw Hill, Colombia.
GIL R., Hernán (1999). Proceso de comunicación a través del Correo Electrónico: el caso de los estudiantes de la Universidad Tecnológica de Pereira (Colombia), en memorias X congreso Internacional sobre Tecnología y educación a Distancia, Editorial Uned, Costa Rica.

JOYANES, Luis (1997). Cibersociedad. Los restos sociales ante un nuevo mundo digital, Editorial Mc Graw Hill, España.
MURIA V. Irene, (1994). La enseñanza de las estrategias de aprendizaje y las habilidades metacognitivas. Perfiles Educativos, No 65.
SCHANK, Roger (1997). Aprendizaje Virtual, Editorial Mc Graw Hill, México.
SOTO L., Carlos Arturo (1994). Pensamiento Postfor-mal, realidad y enseñanza de las ciencias. Pedagogía y Saberes, Universidad Pedagógica Nacional, No 5.
TAPSCOTT, Don (1998). Creciendo en un entorno digital. La generación Net, Editorial Mc Gaw Hill, Colombia
TURKE, Sherry (1997), La vida en pantalla. La construcción de la identidad en la era Internet, Editorial Paidós, España


                                                                                        
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[1] Tomado con fines educativos de: Gil Ramírez, H. (2000)  Aproximaciones a la educación virtual en: Revista de ciencias humanas. N° 24. Colombia. [On-line].  Recuperado de: http://www.utp.edu.co/~chumanas/revistas/revistas/rev24/gil.htm


 [w1]Es un aporte primordial  en la preparación del estudiante en línea.
 [w2]A mi parecer, en esta educación en línea, el estudiante sale mejor preparado que con  la educación presencial.
 [w3]Estudiar en equipos no ha sido una buena experiencia para mi, le doy mucha mayor relevancia al autoaprendizaje.
 [w4]Se aplica en este caso la práctica, para ir dominando cualquier  asunto o herramienta.